Un empresario se queda con los 850 restaurantes de MCDonald’s en Rusia y les pondrá nuevo nombre

El grupo McDonald's ha anunciado que ha llegado a un acuerdo para vender su negocio en Rusia al empresario y socio de la franquicia Alexandr Govor, lo que permitirá conservar los 850 restaurantes que hay en el país y decenas de miles de puestos de trabajo.

"Según las condiciones del acuerdo, el señor Govor adquiere toda la cartera de restaurantes de la cadena y la va a desarrollar bajo una nueva marca", ha señalado McDonald's en un comunicado, que destaca que el empresario ruso es socio desde 2015 y que en Siberia operan 25 franquicias abiertas por él.

Conservará a sus empleados

El acuerdo exige aún precisar determinadas condiciones, incluida su autorización por las autoridades reguladores, y se espera que los últimos detalles queden cerrados en las "próximas semanas".

"El contrato de compraventa contempla la preservación al menos durante dos años de los puestos de trabajo en condiciones equivalentes de todos los empleados", subraya McDonald's.

El comprador, añade la nota de prensa, ha aceptado asimismo financiar hasta el termino de la transacción los salarios de los empleados de la corporación que trabajan en 45 regiones de Rusia, y se hará cargo de las obligaciones ante proveedores, arrendadores y servicios comunales.

El anuncio del acuerdo, cuyos términos financieros no se han desvelado, se produce tres días después de que McDonald's comunicara que termina definitivamente su actividad en Rusia.

El director ejecutivo de McDonald's, Chris Kempczinski, señaló entonces que estaba orgulloso de los más de 60.000 trabajadores y que la decisión de cesar el negocio en Rusia fue "extremadamente difícil". Pero "nuestro compromiso con nuestros valores significa que ya no podemos mantenernos allí", aseveró.

Gran peso simbólico

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La salida de la compañía de Rusia tiene un gran peso simbólico y económico.

La cadena de comida rápida fue una de las primeras marcas occidentales en establecerse cuando abrió una sucursal en Moscú en 1990, justo antes de la caída de la Unión Soviética y poco después de que fuera demolido el muro de Berlín, por lo que se constituyó en todo un símbolo del fin de la Guerra Fría.

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